Si por algo recordaremos este último año es por la pandemia del Covid-19 que ha azotado a nivel Mundial, y la ciudad alemana de Gelsenkirchen no es una excepción. Sin embargo, en esta localidad minera de la región de Renania del Norte - Westfalia, además del gran daño sanitario y económico que ha provocado el virus, también recordarán la caída de su Schalke 04.
Y es que el Schalke 04 es uno de esos equipos que llamamos del segundo escalón en las grandes ligas, pues aunque no estén al nivel de los gigantes de su competición, suelen ser equipos muy competitivos y que suelen ser habitual verlos en competiciones europeas. Aunque este año, la realidad es que está siendo el peor colista de Europa y sus números son devastadores.
Una victoria en más de 400 días
Explicar este fenómeno es muy complicado, y hay que remontarse hasta el 17 de enero de 2020. Aquel día apenas teníamos conocimiento sobre el Coronavirus, y el mundo del fútbol vivía feliz con estadios llenos y los campeonatos entrando ya en su segunda vuelta. Ese día el Schalke 04 recibía al Borussia Mönchenglabdlach, los visitantes se pondrían líderes con la victoria pero en este caso fueron los mineros los que consiguieron llevarse el partido por 2-0 y colocarse provisionalmente en puestos Champions. Nadie se imaginaría lo que iba a venir después.
Fueron hasta seis partidos consecutivos los que el equipo no ganó tras el citado encuentro ante los potros, pero aún así seguían compitiendo, sacaban varios empates y todo apuntaba a un simple bache de un equipo que seguía peleando por entrar en Europa. Entonces, llegó el parón, todos las ligas frenaron en seco y equipos como el Schalke parecía que podían ser los favorecidos de todo esto ya que romperían definitivamente con las malas sensaciones.
Un retorno para olvidar
Nada más lejos de la realidad. El 16 de mayo volvía la primera de las grandes ligas a Europa, la Bundesliga. Tras dos meses sin prácticamente nada de deporte los espectadores estábamos hambrientos de llevarnos a la boca lo que fuera, y tener un derbi del Ruhr entre Borussia Dortmund y Schalke 04 nos parecía mejor que la final de un Mundial.
El partido no tuvo historia, los de Dortmund destrozaron con contundente 4-0 a los de Gelsenkirchen, aquí sí podemos decir que empezaba la pesadilla que hoy en día siguen viviendo en el Schalke. El final de temporada post-pandemia fue horrendo, no consiguieron ni una victoria y tuvieron varios encuentros muy decepcionantes, aunque es cierto que lo apretado del calendario unido a la mala preparación que parecía había tenido el equipo antes del retorno habían afectado. El colchón que tenía de la primera vuelta, permitió al Schalke 04 conseguir la permanencia sin apuros y todo esto facilitó que el club diera al entrenador David Wagner una nueva oportunidad.
Un proyecto que duró dos jornadas
Una de las claves tanto en los negocios como en el ámbito deportivo es tomar las decisiones en el momento correcto, y en la cúpula del Schalke 04 más bien fue todo lo contrario. En un verano marcado por la dimisión de su presidente Clemens Tönnies, se decidió no tener más problemas y por lo tanto no tocar la parcela deportiva y seguir confiando en Wagner. Y el problema no fue que esa decisión fuera acertada o no, es que David Wagner duró únicamente dos jornadas antes de ser despedido, tras caer 8-0 ante el Bayern y 1-3 ante el Werder Bremen.
Esta decisión demostró el pánico que se tenía desde el equipo al futuro del mismo, y la realidad es que no iban desencaminados. El sustituto fue Manuel Baumm, entrenador que tenía experiencia en el Augsburgo y en categorías inferiores de la selección alemana, pero con el que los números fueron igual o peores a los de Wagner. Tres meses sin conocer la victoria, el equipo colista hundido en la tabla y despedido antes de acabar 2020.
30 partidos después... llegó la victoria
Se dice pronto pero 30 encuentros consecutivos sin ganar acumuló el Schalke en Bundesliga hasta conseguir la que, cuando estamos escribiendo este artículo, es su única victoria de la temporada. Lo hizo de forma contundente, por 4-0 ante el Hoffenheim, y tras las llegada del veterano entrenador Christian Gross que sustituía al interino Huub Stevens. Una victoria que avivaba la llama de la esperanza, aunque el fuego desapareció bien pronto.
Y es que el equipo de nuevo, e inexplicablemente se volvió a caer sobre manera. Ya no era que no consiguiera sacar victorias adelante, es que en varios partidos mostraba un nivel tremendamente inferior a los de sus rivales, muy lejos de un equipo medianamente competitivo de una gran liga. Gross fue despedido hace una semana tras caer 5-1 ante el Stuttgart, pero la cosa no quedó ahí pues el director deportivo, el coordinador del equipo y el preparador físico hicieron las maletas junto a él.
Quinto entrenador de la temporada, y el último clavo en el ataúd
Con casi dos tercios del campeonato disputado, el Schalke no llegaba antes de esta jornada a la decena de puntos. Era colista en la tabla, y las sensaciones de un descenso a la Bundesliga II parecían inevitables. Sin embargo, las derrotas de sus rivales directos seguían dándole una pequeña esperanza al equipo minero, que se encontraba a 9 puntos del play-out por la permanencia, y recibía al penúltimo el Mainz 05 este viernes.
El germano-griego Dimitrios Grammozis parecía la última bala para sacar brillo a esta plantilla, siendo el quinto entrenador del año. Sin embargo, no hubo milagro y aunque el Schalke consiguió un empate que le permite llegar a la decena de puntos. La realidad es que el resultado fue lo mejor (y ya es decir en la situación que está el equipo) de este duelo ante el Mainz.
Solo hay que revisar las estadísticas para darse cuenta de como ha transcurrido el partido, pues el Mainz ha rematado 19 veces los de Gelsenkirchen solo 2. Un empate tremendamente decepcionante para ambos conjuntos, pero sobre todo para un Schalke que podemos decir que ha puesto su último clavo en el ataúd.
Un futuro incierto
A la mayor parte de los equipos les toca vivir alguna vez un descenso, y gran parte de ellos saben reponerse a este duro golpe y volver a la máxima categoría del fútbol en su país. Sin embargo, el caso del Schalke 04 es tan particular que el futuro es cuanto menos incierto.
El alto nivel de las fichas de algunos jugadores de la categoría de Mustafi, Harit, Hoppe, Kolasinac o el español Omar Mascarell va a obligar al club a tener que buscarles una salida. Todo esto en un mercado muy limitado por el Covid-19, y donde hay mucha más oferta que demanda por lo que lo percibirás por ellos posiblemente no sea lo esperado.
A esto hay que unirle la mala dinámica tanto institucional como deportiva, de un club que va a la deriva y que necesita traer a referentes en todas sus áreas y estructurar un proyecto duradero, al cual se le deje trabajar con paciencia. Ya hemos visto que la Bundesliga II no es una liga donde es fácil salir, podemos coger el ejemplo del Hamburgo, por lo que necesitará una reestructuración casi completa el Schalke para lograrlo.
Además, falta por ver la respuesta de la afición. Es cierto que Gelsenkirchen es una ciudad volcada con el Schalke y muy apasionada, y al no poder entrar público a los estadios el Veltins Arena ha perdido esa magia. Sin embargo, la situación tan dramática del equipo lleva de calle a la afición, que aunque cuando se vuelvan a abrir las puertas responderán, es cierto que la paciencia con el equipo será la justa cuando las cosas no salga bien.
Todo pasará y volverán las tardes de gloria en la cuenca de Ruhr, pero cuando los aficionados echen la vista atrás y recuerden el drama del Covid, seguro que también tendrán recuerdos aquel que pasaron con su Schalke. Ojalá con esa tímida sonrisa que significará el haber podido revertir ambas situaciones.