Pocos son los aficionados españoles que conocen el fútbol turco en profundidad. Mas allá de los Besiktas, Fenerbahce o Galatasaray, o como mucho el Trabzonspor o Bursaspor, todo parece desconocido en la liga de este país mediterráneo.
La verdad el fútbol turco no destaca por su nivel, ni por su competitividad. Pero si hablamos de Turquía en el ámbito del balompié a todos se nos viene a la mente la misma imagen, cantidad de ultras en los estadios con vengalas y demás objetos de fuego que hacen de sus estadios un auténtico infierno para los equipos visitantes.
Estos infiernos turcos causaron en las décadas pasadas bastante respeto por Europa. Visitar Turquía no hacía gracia a nadie, y equipos como el Galatasaray conseguían una copa de la UEFA en la 1999/2000 gracias en parte al apoyo de su fiel público en sus partidos en Estambul, por lo que los turcos se convertían en uno de los países más temidos del viejo continente.
Los últimos años han disminuido el fanatismo turco en Europa. En parte por las duras sanciones de la UEFA por realizar estas prácticas, también por mayor medida de los equipos para evitar estos altercados. Aún así la pasada semana un Galatasaray-Besiktas tuvo que ser suspendido por la invasión del público que lanzaba sillas al campo, decepcionada por la actuación de su equipo.
Esto demuestra que pese a que se intente frenar este "fanatismo", al aficionado turco le remueven las tripas por dentro. Siempre tiene su ultra en el fondo y cuando las cosas no van como esperan o su equipo lo necesita, sacan esa bestia que llevan dentro. Esa bestia que ha creado unas rivales regionales de odio muy grandes, y que parten a la ciudad de Estambul en varios frentes.
Destacan Besiktas, Fenerbahce y Galatasaray, los tres equipos más grandes sin duda de la ciudad, y que se pelean año tras año por el trono en la Superliga Turca. Los aficionados de estos conjuntos no se pueden ni ver, y la rivalidad regional es de las más grandes del mundo poco por detrás de la altura de lo que puede ser un Boca-River .
Pero además de estos grandes equipos, Estambul es muy grande y tiene más equipo de un nivel más bajo. Uno de ellos es Istanbul Büyüksehir Belediyespor, un club que ahora mismo juega en la segunda liga del país afiliado a la UEFA, después de descender la pasada campaña.
Este equipo tiene una cosa diferente al resto, pues en el denominado por los turcos "equipo del ayuntamiento", ya que pertenece al municipio de Estambul quien lo fundó en 1990 y juega en el estadio Olímpico Atatürk con capacidad para 76092 espectadores. Por lo tanto es gestionado por los políticos de la ciudad, y es un patrimonio más dentro de los fabulosos monumentos que tiene la ciudad que hace puente entre Europa y Asia.
Lejos de una gran masa social o de ultras radicales como lo visto anteriormente, el Istanbul BB cuenta con muy pocos aficionados pero muy especiales. El equipo al ser creado hace poco y tener los tres gigantes en su ciudad cuenta con muy poca masa social, dejando su estadio con aspecto ridículo por la gran capacidad que tienen, pero esos pocos fieles seguidores que tienen destacan, no solo por no liar ningún altercado con los aficionados de equipos rivales, si no que se juntan con ellos en los partidos y se ponen a cantar sus canticos. Por lo que podemos verlos con los hinchas de Besiktas, Galatasaray o Fenerbahce abrazados, animando y disfrutando juntos del partido. Algo inaudito no solo en Turquía, si no prácticamente en todo el planeta fútbol.
Aunque los aspectos en su grada sean muy tristes, pareciendo que los partidos sean a puerta cerrada y con solo los aficionados rivales con cánticos, el Istanbul BB ha caído bien en el fútbol turco. Esa simpatía con todos los equipos, ese restar importancia a lo que pase en el terreno de juego, esa unión con los fans rivales, esa particularidad que une a este pequeño equipo pero que es único en Turquía y más que probablemente en el mundo entero.
Pues el fútbol no es violencia, el fútbol como el deporte en general sirve para unir. Y a veces el equipo menos pensado, más desconocido, sin fans casi y siendo amo una institución pública, ese nos hace ver que hemos de restar importancia a nuestras diferencias, huir de la violencia y vivir el fútbol a tu manera pero con respeto a los adversarios, que es lo más importante.